LA FRASE

"Un virus es un trozo de ácido nucleico rodeado de malas noticias"

Peter Medawar (Zoólogo, médico, inmunólogo, investigador, profesor, traductor, ensayista, crítico literario, divulgador científico filósofo británico. Premio Nobel de Medicina de 1960 por sus investigaciones en inmunología y su aplicación en transplantes de órganos).

sábado, 6 de abril de 2019

"DATOS"




Vuelvo de mis propios pensamientos, estoy esperando a que el semáforo cambie y poder cruzar la calle. De pronto recuerdo que hay que pulsar un botón y lo hago. Entonces se enciende una pequeña pantalla en el soporte y una voz femenina me dice que el dispositivo se pondrá en verde permitiéndome atravesar la calle tras unos breves mensajes publicitarios. Después de unos minutos de lo que parecen ser anuncios de marcas de coches que no conozco, la misma voz me invita a contestar una encuesta sobre mis gustos en automoción. Pulso los botones en el display mientras me informan de que por seguridad el proceso está siendo grabado y entonces me comunican que la encuesta ha finalizado. Me llaman por mi nombre, quizás porque el reconocimiento facial me ha identificado. Entonces, por fin, la personita del semáforo se pone en verde lanzando pitidos y cruzo. Cuando llego al otro lado de la calle dudo hacia adónde ir pero enseguida veo el lugar de mi destino: Hospital Médico.
Entro y un amable enfermero digital con una cruz en su pantalla me saluda por mi nombre y me informa que la doctora me está esperando pero antes he de suministrarle unos datos acerca de mis hábitos de vida: alimentación, ejercicio, horas de sueño. Se lo cuento todo y después me pide mi consentimiento para que esos datos sirvan para los estudios sanitarios en curso. Asiento y me adentro por el pasillo hacia las consultas. Entro en la cabina médica y una pantalla con aspecto de saberlo todo sobre mí me da los buenos días. 

Pide permiso para escanear mi humano cuerpo y hacerme unas pruebas no invasivas pero antes me dice que voy a recibir información acerca de los últimos medicamentos que las farmacéuticas han desarrollado para hacerme la vida más placentera. Pasan 6 ó 7 minutos y tengo la sensación de que quiero probarlos todos y así se lo digo a mi doctora. Se ríe y me agrada su empatía. Me dice que ya tiene mi diagnóstico y me adelanta que el tratamiento es muy caro. Me dice que si creo que puedo hacer frente a su importe y que si tengo suficientes datos que aportar o a alguien que pueda avalarme proporcionando sus datos médicos. Lo pienso, no tengo a nadie. También me habla del programa de créditos de datos en los que una entidad los adelanta con la condición de que yo se los suministre de por vida. Entonces me dice que si he pensado hacerme donante de datos, un servicio humanitario que puede salvar muchas vidas en el futuro. Vuelvo a pensarlo, me parece una buena solución. Me dice que baje a administración para tramitarlo y comenzar enseguida el tratamiento. Entonces me dice lo que tengo: Alzheimer, una enfermedad que me hace olvidar. La médico me sonríe de nuevo y me dice que se ha avanzado mucho en este campo y que detendrán el proceso. Puedo estar tranquilo. La consulta ha finalizado. Ahora debo contestar una encuesta de satisfacción acerca del servicio que he recibido. Muy bueno ¿no?, llevaba muchos días sin que nadie me dirigiera una sonrisa, aunque fuera digital. Regreso por el pasillo y salgo a la calle. Creo que he olvidado algo. Camino despacio mirando todas las pantallas que se dirigen a mi llamándome por mi nombre y ofreciéndome cosas maravillosas a cambio de información sobre mí, pero paso de largo. Me detengo ensimismado y de pronto,  vuelvo de mis propios pensamientos, estoy esperando a que el semáforo cambie y poder cruzar la calle. Creo que debo pulsar un botón.

MPB