Se acabaron las extraescolares

El fin de curso está ya al caer y como si de una muerte anunciada se tratara y para irnos acostumbrando, llegan un mes antes,…el fin de las actividades extraescolares. Una dificultad añadida a la madre/padre que intenta, no siempre con éxito, conciliar el trabajo con la vida familiar. Un nuevo reajuste de horarios que aprieta la, cada vez más difícil, tarea de la ubicuidad en la que estar en diferentes sitios a la vez, se convierte en obsesión para muchos. Porque claro, se ha acabado hacer deporte como fútbol, baloncesto o gimnasia rítmica ya que han finalizado las competiciones escolares. Menos se entiende que no se siga con los idiomas, especialmente inglés cuando en algunos casos, los niños aún no se han examinado de los títulos oficiales que oferta el colegio y para cuando llegue la fecha del examen lo van a tener un poco olvidado. Pero y el aula de estudio…¿ cómo no ofrecer a unos atareados padres desesperados por conciliar la oportunidad de alargar una hora más la jornada escolar? Su función es similar a la del aula matinal. Los alumnos hacen los deberes en el colegio y los mayores disponen de un horario laboral menos apretado. Especialmente cuando los niños no pueden quedarse solos jugando en el patio, aunque sea un rato, cuando hace bueno o en el hangar cuando llueve. O en la biblioteca. Un hábito de incalculable valor académido. La biblioteca debe estar dispuesta a proporcionar lectura mientras haya un solo lector que la reclame, especialmente si es un niño. Personalmente pienso que a partir de determinada edad  pueden disfrutarla solos. Estamos educando en responsabilidad. Pero aunque costara dinero, estaría bien invertido, desde luego. Hay muchas opciones que deberían valorarse cuando es evidente que la necesidad existe. Es una opinión.